lunes, 23 de mayo de 2016

Serendipias que construyen el camino

Aquella no fue una mañana cualquiera en La Paz. Me había conectado al Messenger, que había tenido abandonado durante meses, para tranquilizar a mis amigas. En Bolivia se habían producido algunas revueltas y quería que vieran que todo iba bien.

Estaba yo en mis cosas cuando Elsa, con la que no había hablado desde hacía casi un año, me escribió para decirme que acababa de rechazar un puesto en México que era perfecto para mí. "¿México?"- me dije. Hasta entonces en lo único en lo que había pensado era en que después de ese contrato de un año en Bolivia quería dar el salto a otro país, pero México no me había pasado por la cabeza. De hecho, uno de mis requisitos era que fuese un país en el que se hablase otro idioma y en el que los secuestros exprés no se dieran. Por lo que México no aparecía en mi lista.

Sin embargo, aquel inocente mensaje me sacudió y enseguida pensé: "este es EL camino". Envié mi cv y al poco tiempo hice una entrevista y me dijeron que el puesto era mío. Un mes después aterrizaba en el DF con un pellizco de emoción en el estómago y escuchando en mi cabeza "aquí es donde tienes que estar; grandes cosas te esperan". A la mañana siguiente, un colibrí me daba la bienvenida a mi nuevo destino. Buena señal.

México se convirtió para mí en un lugar en el que dejarme llevar y conocerme mejor. Pero sin duda, el mejor regalo que encontré allí fue el gran amor, aunque pueda sonar pretencioso o rimbombante. Allí encontré el compañero con el que continué brincando por el camino que seguimos juntos. Ese camino que comenzó en Bolivia, al otro lado del Messenger, enviando un cv sin apenas darme cuenta de la aventura que me esperaba.

PD: Una vez más, gracias, Elsa.