Llegar a La Paz y verla por primera vez desde El Alto: un cielo de luces en la noche. Encontrar mi departamento: amor a primera vista. El soroche. La primera cena en el Maphra On. La Cinemateca. Pasear los domingos por El Prado. El desparpajo de Sandra. Ver el salar desde la Isla Incahuasi. Las lagunas y el viento. Un fin de semana de cartas en Sorata. Una tarde en la Calle Graneros. Descubrir el Soho y ver Andalucía en la Calle Jaén. La Dante: mi pequeña Europa las primeras semanas. Las noches "made in Spain" en el Rincón. Los cafés con Raúl: conversar sin pretensiones. La Gota de Agua: Bolivia en estado puro. Las noches de pizza y charla en mi departamento. Un domingo en el montículo. Las tormentas desde casa de Pau. El trimate. Bolichear. La cena de Navidad adelantada. La risa de niña traviesa de Inma. Las compras en la Sagárnaga. El Angelo colonial y el pastel de quinua. Las montañas que rodean La Paz. Las vistas desde la Torre Azul, de noche y en buena compañía. Las estampas del Alto. Los colores de la música boliviana. Pisar Machu Picchu. La luna llena sobre Cuzco. Los mercados de La Paz, todos y cada uno. Coroico y los ruidos de animales desconocidos. Un fin de año con calor: Buenos Aires, mi preferida. Salteñas y Coca-coca cola. 4 países en 4 días. Saber qué significa amar a la Pachamama. Ver el Cerro Rico. El pejerrey. Aprender tango. Iguazú y sentir la fuerza del agua. Sopocachi al atardecer desde mi ventanal. Las incomprensibles formas del Valle de la Luna. La incertidumbre de no saber qué va a pasar en este país mañana. Chile en un coche. Los paisajes del altiplano. El oriente y el occidente bolivianos: la antítesis. Las Flores y no dejar de reír. Subir a la Muela del diablo sin previo aviso. El singani: chuflays y yungüeñitos. La feria de El Alto. Pisar el Perito Moreno y verlo resquebrajarse. La isla del sol y sentir el azul del Lago. Los coloridos trajes de las cholitas. La Plaza Murillo los sábados por la mañana. Los cafés y confidencias en el Sur. Las visitas "fenómenas": chutes de energía. Ver la cordillera real de los Andes. Almorzar en el Café Café cultural. Entrar en una mina. La luz del sol paceño. Una Huari bien fría. La Casa de la Moneda: la historia de Bolivia. Los aguayos. Pasear en moto por San Ignacio. El atardecer de Concepción a Santa Cruz. El cielo azul de La Paz. La música de un violín en un templo del siglo XVIII en mitad de la nada. Fibisita con su jerga y con su fuerza. Ver cada mañana el Illimani desde el ascensor. Sentirme en casa. Cumplir sueños. Vivir entre nubes. Celebrar mi ecuador y el cumple de Pati en un pueblo perdido de la Chiquitanía boliviana, bajo un tajibo, comiendo chicharrón de surubí y brindando con sidra...
1 comentario:
¡Sin palabras!
MUAK
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