En días como hoy uno se da cuenta de que todo es efímero, de que conjugamos demasiado a menudo en futuro los verbos de nuestro día a día: haré, seré, estudiaré, iré... Cuando en definitiva, lo que importa es lo que está pasando ahora. Y sí, también pienso que rememorar un poquito los buenos momentos del pasado es importante. Cerrar los ojos y dejar que el corazón se nos llene de la chispa que un día sentimos tampoco me parece mal. Siempre y cuando este momento, también sea efímero y no nos quedemos a vivir en ese "fui feliz, disfruté, cuando yo era, cuando yo estuve...". Al final, la vida -esa gran palabra con la que, al menos a mí se me llena la boca- es algo tan frágil como una mariposa a la que cualquier golpe de viento o cualquier manotazo de niño pequeño puede destruir. Al final le damos demasiada importancia a todo, cuando la diferencia entre el todo y la nada es tan sútil y fina como una hebra de hilo.
Hoy llueve en Nueva York, no podía ser de otra manera.
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