lunes, 12 de noviembre de 2007

En mitad de la nada

El viaje al Salar de Uyuni y a los desiertos de alrededor ha sido toda una aventura para mí, que no me había subido en un 4x4 durante tanto tiempo ni había dormido en refugios de montaña.
El Salar está a 11 horas de viaje desde La Paz, así que nos subimos en un bus nocturno (para turistas, claro, y con cena y desayuno incluido… todo un lujo en este país, y en España a decir verdad). Estaba flipando yo con las comodidades del bus cuando al rato de salir de La Paz dejamos atrás el asfalto para adentrarnos por los caminos de cabras que son las carreteras bolivianas. En fin, pensé que no me iba a dormir, pero al final a todo se acostumbra uno.
El tour por el Salar de Uyuni ha sido espectacular. Lo empezamos en Colchani, un pueblo que vive exclusivamente de la producción de sal. Un campesino de allá nos dio una explicación de cómo fabricaban la sal por la que pagamos 15 bolivianos (1’5€) entre 7 personas. Nos dejó boquieabiertos cuando dijo que por la sal que producía en un día le pagaban 8 bolivianos (80 céntimos de Euro), claro se lo pagaban a la fábrica (o sea, a las 10 personas que trabajaban en la cabaña en la que se refinaba la sal). Este país es tan desigual que a veces la vida de esta gente parece de mentira, como si fueran actores que quieren tomarte el pelo. A la salida dos niños se peleaban por coger un boliviano (10 céntimos de Euro) que teníamos que darle por entrar al baño (dícese de una caseta en mitad de la nada con una puerta oxidada y rota y un agujero en el suelo). A estas cosas no me acostumbro. Hoy me he enterado de que el sueldo mínimo aquí son 500 bolivianos, es decir, 50 euros al mes… en este país con eso no haces nada.

Tras la visita a este pueblo, nos dirigimos al Salar, para mí uno de los paisajes más bellos, singulares y fascinantes que he visto nunca. Mirase donde mirase todo lo que veía era el horizonte y algunas montañas en forma de manchas oscuras. La fusión del azul del cielo (aquí es un azul precioso, la luz del altiplano tiene algo especial) con el blanco de la sal es algo maravilloso, que yo podría estar mirando durante horas, como cuando miras al mar. Y luego en mitad del salar hay islotes, uno de los cuales, la Isla Incahuasi (significa la Casa del Inca) está lleno de cactus gigantes. Desde lo alto de su cima se siente uno rodeado de un mar blanco. De película.



Nuestro guía era también el cocinero, y nos agasajó con una exquisita carne de llama. Yo pensé que no iba a comerme eso en la vida, pero la verdad es que es una carne muy rica y, según nos contaron, muy sana porque no lleva nada de grasa.

Al anochecer llegamos al primer refugio de nuestro tour. La luz funciona a motor y a las 11 de la noche se corta. Yo nunca había estado en un sitio así, por tanto, flipé. Aquí te dicen que vas a dormir en un pueblo y cuando llegas al lugar te das cuenta de que son 4 casas en mitad de la nada, pero literalmente. Al día siguiente nuestro guía nos despertó con una especie de tortas fritas para el desayuno, así que nosotros, como dicen por aquí “chochos”, es decir, felices.

El resto del tour lo dedicamos a recorrer el desierto y a visitar las lagunas y paisajes de piedra que surgen de repente, sin saber por qué, en mitad de los mismos. El parque nacional Eduardo Avaroa, donde están las lagunas, es algo inmenso y curioso. Las lagunas son de distintos colores (blanca, verde, colorada) y en algunas de ellas viven flamencos. Es increíble ver como en un entorno tan inhóspito viven animales sin problema alguno. Si Cynthia lee esto dirá, claro, obvio, los animales están preparados para esto (los animales no son lo mío). Pero a mí me sigue fascinando que un ser vivo aguante 40 grados de día y 20 grados bajo cero de noche, sin agua, rodeado de desierto y matojos salvajes.
Una de las cosas que más me ha gustado de este mini-viaje fue compartirlo con una pareja de portugueses y otra de americanos que llevan meses viajando por Sudamérica. Es increíble que haya gente con el valor suficiente de dejar su trabajo y su vida durante 6 u 8 meses y dedicarse a viajar por el mundo. Yo lo apunto en mi agenda. Para mí este viaje ha sido algo distinto y lo he disfrutado muchísimo. Cada minuto que pasaba en el 4x4, aunque fuera tragando polvo y pasado un calor infernal pensaba en lo alucinante que está siendo toda esta experiencia.

4 comentarios:

bettyboop dijo...

"Qué guay", no me cansaría de repetirlo, qué envidia me das! Con las ganas que tenías tú de ir allí...y has comido carne de llama! Ya puedes tachar estas dos cosas de tu lista, como Earl ;-)

Anónimo dijo...

Tia vaya fotos mas impresioanantes, yaa las vere en tamaño real cunado vuelvas. Un abrazo (Sixto).

rowen dijo...

Increibles las fotos! De verdad

Anónimo dijo...

Qué pasada. Coge buena nota para enseñárnoslo cuando vayamos a verte! Un beso!