lunes, 17 de diciembre de 2007

Azul

Después de 2 meses sin ver el mar y extrañándolo como sólo los que nos hemos criado al lado de él podemos concebir, el fin de semana pasado visité el Lago Titicaca. Su inmensidad, su color y su olor hicieron que volviera a sentirme en casa.
En Bolivia la mayoría de la gente habla del lago como si no fuera gran cosa. Claro, están hartos de verlo. Así que tampoco tenía demasiadas expectativas. Pero al llegar el Estrecho de Tiquina, por donde se cruza para ir a Copacabana (la población más turística de la zona y de la que salen la mayoría de los botes para ir a las islas del lago) parecía que hubiésemos dado un salto y estuviésemos en Noruega o Suecia, o algo así. El paisaje y los colores me recordaron a los anuncios de Neutrógena. Sólo necesité un par de vistazos a las embarcaciones del lago para darme cuenta de que seguía en Bolivia. No me imagino un autobús a bordo de un botecillo en las últimas en un país nórdico.
El camino hasta Copacabana me pareció hermoso, como dicen por acá. El cielo se inundó de los colores más dispares, de la frialdad de los azules y violetas, y la calidez de los rojos y anaranjados, todos reflejados en las aguas del lago y con los nevados de la Cordillera real de los Andes al fondo. Fascinante.
Al llegar a Copacabana lo primero que vi fue la exhibición de unos niños de un colegio del lugar. Cuando yo era pequeña las exhibiciones en las que participé consistían en bailar al ritmo de una musiquilla haciendo filigranas con un aro y poco más. Pero aquí los conceptos son otros. Así que estos niños se dedicaban a dar volteretas atravesando un aro ardiendo. Surrealista total. La típica escena que piensas “esto lo cuento y no me creen”. Hice fotos, claro. Ahora entiendo a los turistas asiáticos que vienen a España y se ponen a hacer fotos de todo como locos. Supongo que nuestras costumbres les parecerán tan peculiares como a mí me parecen algunas de las que encuentro aquí.
Copacabana en sí no es gran cosa. Así que al día siguiente marché a la Isla del Sol, la isla más grande que hay en el lago, al menos en la zona boliviana. Una vez allí hice una caminata de 3 horas (hay que tener en cuenta la altitud, que hace que te canses el triple) recorriendo la isla de norte a sur.
Caminar por la isla a solas conmigo misma, rodeada de naturaleza y con los sonidos de mis pasos de fondo me hizo sentir una paz que hacía tiempo que no sentía (puede sonar cursi, pero es que fue así). Pensé en mi familia y en mis amigos, en todas las personas con las que me habría gustado compartir un paseo tan bonito. Pero no me sentí triste, ni nostálgica. Muy al contrario me sentí tranquila. Pensé en que jamás me habría imaginado en esta situación, en una isla en mitad del lago Titicaca andando como una bestia y rodeada de naturaleza. Y sola. Es algo que hace unos años no me habría cruzado la mente ni aunque hubiera estado pensando décadas sin hacer otra cosa. Me vino a la cabeza una poesía de Derek Walcott que aparecía en una peli italiana, “La fiebre” y que dice:


The time will come when,

with elation you will greet yourself arriving at your own door,

in your own mirror and each will smile at the other's welcome,

and say, sit here.

Eat.

You will love again the stranger who was yourself.

Give wine. Give bread.

Give back your heart to itself,

to the stranger who has loved you all your life,

whom you ignored for another,

who knows you by heart.

Take down the love letters from the bookshelf,

the photographs, the desperate notes,

peel your own image from the mirror.

Sit. Feast on your life.


Me di cuenta entonces de que uno puede encontrar la tranquilidad y el equilibrio donde y cuando menos se lo espera. Yo ese día lo encontré allí, en mitad de una isla desconocida y lejos de mi gente.

1 comentario:

bettyboop dijo...

mmm...deberían recomendar algo así, ya sabes, como una receta del médico: "haga un viaje de 3 meses de duración a cualquier lugar del mundo sin otra compañía que su persona". A veces la "vida moderna" nos fuerza a abandonarnos un poco... Qué envidia... Si me encuentars por allí, dando paseos solitarios, me mandas para acá, vale?? ;-)