martes, 16 de septiembre de 2008

El cuento se acaba

En un mundo lejano a su mundo habitual, al que se enfrentó temiendo estar sola, I. encontró otro personaje que, como ella, había escapado de las páginas de un libro en el que todo parecía estar escrito. Tras varios encuentros sin apenas hablar, la casualidad quiso unir sus caminos una noche cualquiera y desde aquel día nació la complicidad y el entendimiento, comenzaron las noches de turrón y charla, las llamadas a cualquier hora y una larga lista de e-mails.
Desde aquel día, o quizá desde antes, ambos fueron escribiendo una nueva historia, un nuevo cuento en el que dos almas sin rumbo, cada una de ellas, encontraron un camino, una senda, para luego abandonarla, pero por la que durante un tiempo pasear fue agradable y seguro. Parecía que este cuento sería eterno, parecía que esta vida iba a durar siempre. Pero H. desapareció, dejándole a su princesa el corazón partido y a I. el hueco inmenso que dejan los amigos cuando ya no están.
Se marchó tras la incertidumbre, pero antes se despidió y como si el destino bromeara, a la vuelta de su último adiós I. escuchó por casualidad Beautiful day, como si las despedidas no fueran amargas, incluso en un día de cielo azul. Al poco rato las nubes grises aparecieron sin avisar, como si también ellas fueran a llorar su ausencia.

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